Plasma brota como un manifiesto al dolor, un viaje hacia el interior de nuestro ser que nace y muere en la parada.
Un cuerpo y una mente atrapados en los límites de su propio espacio que dan vida a un ruido, que no sabe cómo detenerse.
un cuerpo que alberga la tensión y el peso del pasado y que sólo a través del movimiento encuentra la forma de sacudir ese dolor.
¿Cómo es el movimiento de la mente? ¿Cuál es el ritmo? ¿Es posible silenciarla? ¿Cómo navega a través del cuerpo? A partir de estas ideas, reflexiones y el uso de imágenes, se construye el proceso manteniendo un dialogo constante entre el cuerpo y la mente dando finalmente espacio a una piel que grita y visibiliza aquello que ha sido silenciado.